Hablar de presupuesto de ciberseguridad nunca ha sido sencillo, especialmente en empresas latinoamericanas donde cada peso debe justificar su existencia y donde la competencia por recursos se intensifica al cierre del año. Para muchos CISOs, esta época se vive como una mezcla de ansiedad y oportunidad: ansiedad por tener que defender, una vez más, la importancia de invertir en protección; oportunidad porque es el momento donde el rumbo del siguiente año puede definirse con claridad. La forma en la que se sostiene esta conversación puede determinar si la organización fortalece su resiliencia o si entra a 2026 arrastrando vulnerabilidades que ya se conocen pero aún no se atienden.
El reto principal no está en los números, sino en el lenguaje. La alta dirección no piensa en firewalls, logs o segmentación; piensa en continuidad operativa, crecimiento, clientes, reputación e ingresos. Cuando un CISO presenta un presupuesto sin traducir sus necesidades al idioma del negocio, la conversación se convierte en un ejercicio puramente técnico y, por tanto, desconectado de la realidad que la dirección necesita evaluar. Por eso, antes incluso de abrir una presentación, el CISO debe recordar que su rol no es pedir dinero, sino mostrarle al comité ejecutivo cuál es el costo real de no invertir.
Las conversaciones más efectivas comienzan con la historia correcta. No con una lista de proyectos, sino con una narrativa clara de riesgo: qué cambió este año, por qué la empresa es más vulnerable que hace doce meses y cuáles son las amenazas específicas que podrían afectar indicadores que el negocio sí considera prioritarios. Cuando se hace bien, la conversación deja de ser sobre tecnología y se convierte en una discusión sobre estrategia. La dirección comienza a ver la ciberseguridad como un componente que sostiene el negocio, no como un gasto inevitable.
En Latinoamérica, donde muchas empresas operan con presupuestos apretados, esta narrativa es todavía más crucial. Aquí no se puede pedir todo, y tampoco se debe. El cierre del año obliga a priorizar, y esa priorización debe quedar muy explícita: qué controles son indispensables para proteger la operación, qué proyectos permiten reducir riesgos que crecieron en 2025 y cuáles preparan a la organización para las amenazas que se anticipan en 2026. Esta claridad genera confianza, porque demuestra que el CISO no está pidiendo por pedir, sino tomando decisiones responsables en función del impacto real.
Un error común es asumir que la alta dirección entiende completamente la magnitud del riesgo. La realidad es que suelen tener una imagen incompleta, muchas veces influenciada por titulares de prensa o casos ajenos a su industria. Por eso, es fundamental anclar la conversación en escenarios realistas y relevantes: interrupciones operativas que afectarían ingresos, fallas que comprometerían la experiencia del cliente, incidentes que detendrían plantas o minas durante horas críticas. Así, el presupuesto deja de verse como un costo y empieza a percibirse como un seguro de continuidad.
El cierre del año también abre una puerta invaluable: hablar de cómo la ciberseguridad no solo protege, sino habilita. Cuando un CISO muestra que ciertos proyectos permiten adoptar nuevas tecnologías, acelerar la digitalización o cumplir con normativas que habilitan crecimiento, cambia el tono completo de la conversación. La ciberseguridad deja de ser reactiva y se convierte en un habilitador de negocio. Ese es el tipo de discurso que los directores escuchan con atención.
El CISO debe recordar que pedir presupuesto no es una batalla, sino una colaboración. No se trata de ganar argumentos, sino de construir una visión compartida de riesgo, madurez y oportunidad. En un mundo donde las amenazas crecen más rápido que los presupuestos, la claridad estratégica es el activo más valioso que un CISO puede llevar a la mesa.
Acciones inmediatas
- Traduce cada proyecto del presupuesto a un impacto directo en continuidad, ingresos o reputación.
- Prioriza iniciativas usando criterios de riesgo real y madurez actual del negocio.
- Prepara escenarios concretos que muestren el costo de no invertir.
- Conecta cada solicitud con los objetivos corporativos y los planes de crecimiento para 2026.
- Muestra qué controles actuales requieren refuerzo y cuáles habilitan nuevos proyectos digitales.
En TBSEK ayudamos a los CISOs a conectar su estrategia de ciberseguridad con los objetivos de la alta dirección para fortalecer la resiliencia digital de sus organizaciones. Puedes contactarnos aquí: http://tbsek.mx/contacto/