Julio 2025
Una campaña de concienciación en ciberseguridad solo es efectiva si el mensaje llega, se entiende y se adopta. Pero ¿cómo lograrlo cuando en una misma empresa conviven generaciones con hábitos digitales, estilos de comunicación y niveles de confianza en la tecnología completamente distintos?
Adaptar las campañas de concienciación por generación no es solo una cuestión de formato. Se trata de reconocer que las experiencias previas, los canales preferidos y la forma en que cada grupo percibe el riesgo influye directamente en su comportamiento digital. En TBSEK hemos visto que cuando las estrategias se ajustan al perfil generacional, la adopción de buenas prácticas de seguridad mejora de forma significativa.
Baby Boomers (nacidos entre 1946 y 1964) suelen valorar la claridad, el respaldo institucional y los mensajes formales. Prefieren materiales impresos, talleres presenciales y guías paso a paso. Tienden a confiar en los sistemas establecidos, por lo que una buena campaña para ellos debe explicar claramente por qué ciertas medidas son necesarias y cómo protegerán su trabajo. Evita tecnicismos y enfócate en la utilidad práctica.
Generación X (1965–1980) es una generación de transición digital: aprendió sin internet y luego se adaptó al entorno digital. Aprecian la autonomía, valoran el tiempo y prefieren materiales claros, con ejemplos reales y aplicables. Son buenos aliados para promover la campaña si se les incluye como facilitadores. Los cursos virtuales autoaccesibles y las cápsulas informativas funcionan bien para ellos.
Millennials (1981–1996) crecieron con la tecnología y son grandes consumidores de contenido visual e interactivo. Prefieren aprender en formatos ágiles: videos cortos, quizzes, infografías animadas o simulaciones. Una estrategia efectiva debe incluir gamificación, retos de phishing y recompensas por participación. Además, conectan bien con mensajes que muestran cómo la ciberseguridad protege su estilo de vida digital.
Generación Z (1997–2012) nació en un entorno completamente conectado. Están expuestos a contenido continuo y multitarea, pero también desconfían de los sistemas centralizados. Para ellos, la campaña debe ser rápida, directa y con formatos móviles. Usar memes, videos verticales y lenguaje natural los engancha más que una política formal de 10 páginas. También es clave hablar de privacidad, identidad digital y reputación en redes.
Una buena campaña multigeneracional no necesita crear cuatro versiones distintas de cada pieza, pero sí puede diversificar canales y estilos. Por ejemplo: un mismo mensaje de alerta puede difundirse en una sesión formal para Boomers, por correo para Gen X, en una animación para Millennials y como historia de Instagram para Gen Z.
Además, involucrar a representantes de cada generación como “embajadores de ciberseguridad” permite adaptar el lenguaje sin perder consistencia. Estos embajadores ayudan a que la campaña sea vista como parte del equipo, no como una imposición desde TI. La clave está en el equilibrio: adaptar sin fragmentar. La meta es que todos comprendan los riesgos, actúen de forma segura y se sientan parte de una cultura organizacional que protege el entorno digital.